Se incluye a continuación el último capítulo del libro; una visión personal sobre el mundo de las apuestas y los supuestos métodos para ganar dinero de forma segura.
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Una vez estudiada toda la matemática detrás de las apuestas deportivas y desarrollados los métodos que nos permitirán ganar dinero en el largo plazo de forma segura, queda todavía una última ecuación por presentar. La que quizás sea la más importante de todas:

Aun habiendo interiorizado todo el conocimiento aprendido a lo largo de este libro, la mayoría de la gente no tenemos los nervios necesarios, ni la mente lo suficientemente fría, como para seguir los métodos al pie de la letra frente a cualquier circunstancia. Por un lado, si vamos ganando, sufriremos la tentación de aumentar nuestra cantidad de apuestas para ganar aún más y, por otro, si por el motivo que sea perdemos dinero (una apuesta recreativa fallada, una cantidad mal calculada en un método, una mala racha en los métodos de las combinadas, etc.), sentiremos la ansiedad de querer recuperarlo de forma inmediata. Ambas situaciones nos llevarán a aumentar el riesgo y a realizar apuestas en juegos que no son justos que nos harán perder aún más dinero. De repetirse esta situación en el tiempo, acabaremos entrando en una espiral que nunca termina.
En mi caso particular, llevo apostando por rachas desde hace 10 años, y solo ahora, después de un periodo de disciplina de hierro, he conseguido compensar las pérdidas que he ido acumulando a lo largo del tiempo. Apostar nunca me ha supuesto ningún perjuicio a nivel laboral, económico o social, pero a la ansiedad de querer al menos recuperar lo perdido, siempre se ha sumado una desagradable sensación de vergüenza por hacerlo. En consecuencia, nunca nadie en mi entorno ha sabido lo que estaba haciendo.
Sin embargo, las consecuencias de empezar a jugar pueden ir mucho más allá de perder una cantidad determinada de dinero o de pasar un poco de vergüenza. Éstas pueden afectar a muchos ámbitos: al personal (tristeza, depresión, ansiedad, irritabilidad), al familiar (desatención, falta de comunicación, problemas de pareja), al laboral o académico (desmotivación, bajada de rendimiento, faltas injustificadas, despido o abandono de los estudios), a las relaciones sociales (pérdida de amistades, abandono de otros modos de ocio); y puede conducir al abuso de sustancias (alcohol, tabaco, drogas), a tener problemas legales (robos, estafas, delitos de suplantación de identidad) o económicos (pérdida de dinero ahorrado para otros fines, deudas).
Por todo esto, y sobre todo después de hablar tanto a lo largo del libro de probabilidades, riesgos, ganancias y pérdidas, creo sinceramente que el riesgo de empezar a apostar, con todo lo que ello te puede llevar a perder, está lejos de compensar los beneficios económicos que se pueden obtener. Si pudiera retroceder en el tiempo, nunca hubiera empezado.
Dicho esto, entiendo que si has llegado a leer este libro es probable que lleves muchos años en el mundo de las apuestas, y que harto de perder una y otra vez, estés buscando la manera de ganar y recuperar lo perdido. Mi recomendación sería que lo dejases, pero si aun así insistes en intentar recuperar las pérdidas, la única solución es ceñirse a los métodos expuestos aquí. Además, en función de lo que tengas que recuperar, este proceso puede ser un camino largo, tedioso y falto de emoción, lo que a la postre ayudará a reducir el componente adictivo de las apuestas, haciendo que al final sea más fácil dejarlas.
Mi última recomendación es que no hay que hacer mucho caso a los métodos que se pueden leer por Internet. La mayoría de estos hacen hincapié en el famoso “value”, que se basa en encontrar cuotas que estén por encima de lo que teóricamente deberían ser. Lo que sería el equivalente a encontrar una cuota de por ejemplo 2,05 a uno de los dos resultados del lanzamiento de una moneda perfectamente equilibrada.
Sobre el papel este método funciona, pero en la práctica es muy difícil de llevar a cabo. Si de repente una casa de apuestas ofrece una cuota de 5,00 a que el Barcelona gana en su casa contra el colista de la liga española, obviamente esta cuota tendrá “value”. Pero determinar que una cuota de 1,24 (p=0,8064) está sobre valorada porque debería ser 1,20 (p=0,8333), es mucho más complicado. Es más, probablemente nuestra estimación de 1,20 sea incorrecta ya que, por lo general, manejaremos muchísima menos información que las casas de apuestas y, sobre todo, métodos de estimación bastante menos elaborados.
Esto no quiere decir que no haya pronosticadores (“tipsters”) que obtengan dinero a través del método del “value”, ya que, a base de invertir muchísimo tiempo en seguir la actualidad deportiva adquiriendo así un amplio conocimiento del deporte al que se apuesta, se puede lograr. Pero venderlo como algo accesible a todo el mundo me parece llevar a la gente a engaño.
Por todo esto, desconfío bastante del método de buscar “value” en las cuotas que ofrecen las casas de apuestas. Prefiero acudir directamente a las promociones que éstas ofrecen, ya que además de requerir muchísimo menos tiempo, creo que son la única forma segura de ganar dinero en el largo plazo.
En definitiva, creo que nadie debería apostar; ni siquiera de forma recreativa y “responsable” para darle más “emoción” a un partido, ya que, aunque es probable que a la mayoría de la gente nunca le cause problemas, las consecuencias de caer en la ludopatía son demasiado graves. A estas personas les diría que al final lo importante no es saber por qué empezaron a jugar, sino qué van a hacer para dejarlo.
En mi caso particular, tras apostar de forma más o menos intensa durante varios años, buscar y llevar a buen término los métodos que aquí he explicado me ha ayudado a dejarlo. Que este libro sirva al mismo tiempo como recopilatorio del conocimiento adquirido durante todos estos años y como punto y final a mi travesía por el mundo de las apuestas.
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